En mi corta experiencia, he relacionado mi accionar con la administración
del talento humano y aprendí de muchas fuentes la importancia de cuidar del
personal para mejorar la productividad, aprendí desde los niveles bajos en una
estructura jerarquizada. Como en toda organización estábamos divididos en secciones,
departamentos y la dirección general de talento humano.
En el primer nivel, pude aprender de los errores, porque la inexperiencia fue el primer
obstáculo para administrar eficientemente al talento humano. Los años pasaron y accedí a un nuevo nivel jerárquico "Jefe de
departamento", en esta nueva etapa ya había aprendido y perfeccionado
ciertas técnicas mediante la preparación académica; es así que tuve una grata
experiencia y trate de llevar a la organización a un nivel de referente en la
administración del talento humano, pero fue el momento cuando llegó el enemigo
principal de la administración, los jefes con ideología aisladas del servicio y bienestar del personal, personal guiadas por el cumplimiento metas (resultados numéricos); los
protagonistas de eliminar la atención al personal y solo se enfocan a que su desempeño sea bien visto por el nivel superior, estos
errores afectan directamente a la organización, pero cuando se entiende que la
razón de ser son las personas y que de su motivación depende el cambio y mejora
continua de toda institución, es cuando recién empezamos a sentirnos
identificados con esta actividad, pero tal situación requiere de mucho tiempo y
no sólo un periodo reducido de gestión.
Si no aprendemos a amar a las personas, nunca nuestras acciones estarán
orientadas a su desarrollo y motivación positiva, y nos estaremos convirtiendo
en herramientas caducas, en la que todos esperan tus vacaciones, tus permisos,
para estar tranquilos y generar cambios.
El simple hecho de crecer con las personas, nos permite conocer el entorno,
saber que opciones tenemos o enfrentar desafíos con el conocimientos que nos dejó
las pequeñas experiencias, es así como nos convertiremos en el canal de
solución, en la mano amiga a la que todos acuden porque siempre existe una
solución.
Alguien me dijo que la administración del talento humano, no requiere experiencia en el área, solo ser un buen administrador genérico, discrepo con ello porque quienes conocemos del personal y crecemos con ellos, sabemos que decisiones son las más acertadas.
No cerremos las puertas de nuestra función, recuerde que somos los
encargados en brindar el apoyo requerido a la organización, potenciando al
personal y generando alternativas de desarrollo común, optimizando recursos y
el compromiso bidireccional, que todos necesitamos.