jueves, 23 de enero de 2020

Domingo no te acabes (cuando existe un mal ambiente de trabajo)




Llegó el viernes en la tarde y la ciudad se congestiona, parece que los vehículos se multiplican, pero ya no importa el estrés que provoca, la gran mayoría regresa con tantos planes en mente, el reloj sigue avanzando y pronto llegará la noche, pero valió la pena, ya estás en casa, te despojas de los zapatos y busca la ropa cómoda, esa camiseta que te trae alivio.

Empezó el fin de semana en familia, nos olvidamos de tantos problemas, de los gritos del jefe y nos volvemos protagonistas de un cortometraje de felicidad; nos mostramos como somos, la familia y los amigos, te brindan esa dosis de amnesia laboral.

Esperamos tanto por este espacio y pasa tan rápido que sin sentirlo, ya estamos en la nostalgia de un domingo en la tarde, llega la angustia, no queremos acostarnos tan pronto, porque se acaba el día rápido y no queremos que llegue el lunes, "domingo no te acabes", no puede ser que mañana ya sea lunes, otra vez a trabajar, mañana llegaré como siempre tarde a casa, porque mi jefe me pedirá a última hora un informe, de seguro organizará una reunión al final de la jornada. Tantas frases que llegan a la mente y se crea un ambiente pesado con la familia.

Estas historias se viven en varios hogares y es el reflejo de un mal ambiente de trabajo, con jefes dueños de la verdad, que imponen soluciones unilaterales, no miden resultados, solo actúan por impulsos, sin pensar en las personas. Los colaboradores se mantienen por una posible estabilidad laboral o por el miedo de explorar nuevas oportunidades.

Algunas personas cuentan los días, hacen números, esperando el día en el que puedan gozar de su retiro con beneficios sociales. En estos casos, la organización pierde recursos y experimenta una recesión productiva, porque nadie aporta, solo se tiene un grupo de ejecutores que están esperando indicaciones para actuar y no habrá valor agregado.

No cierre el espacio visual a un ego auto justificado, creyendo que es un buen líder y que todos le siguen sin discutir sus decisiones, o engañado en la vana gloria de haber influido en los demás, ¿Quiere hacer la prueba?,  Verifique cuales son los resultados cuando usted está de vacaciones y si es menor el rendimiento, no tiene liderazgo, porque todos trabajan por temor; también puede invitar a sus colaboradores a un evento de integración, que la participación sea voluntaria, y dependiendo del porcentaje de asistencia, será la acogida que tiene su liderazgo, también será el indicador de las personas que están empoderadas. Desde luego excluya de este indicador al grupo de personas que todos sabemos, son parte de la conformidad social; es decir, los que se adaptan al medio, actúan y dicen todo lo que el jefe quiere escuchar.

Usted puede ser el causante de esos lunes de terror, y no es lo peor, sino que su gestión le terminará agotando, porque se exige mucho en su supervisión, pero el resto de engranajes están esperando la oportunidad adecuada, para que su gestión fracase, mientras otros ya tomaron la senda del liderazgo y sus resultados son un referente, usted estará a un paso de salir de la organización o de perder su inversión.

Si quiere ser un líder primero debe amar a las personas, porque solo así se preocupará por quienes son, de donde vienen, que necesitan, y todas sus decisiones se verán orientadas a maximizar la producción. No sea un observador inerte de la afectación que tendrá cada persona, sino actué con propósito, y permita que sus decisiones puedan mediar y equilibrar el resultado con la afectación. 

Actué desde la cima de la montaña, pero con los zapatos de los que están en el valle, porque las decisiones radicales, solo generan conflictos internos, que no los observará desde su posición, pero que será un virus de transmisión por contacto, que se esparce rápidamente entre sus colaboradores.