Desde niños nos identificamos con ciertas culturas, que para otros son contraculturas y así sobrevivimos en una sociedad, con distintos puntos de vista. Este mismo blog se convertirá en la motivación de un grupo, la crítica de otros o simplemente lo irrelevante, pero sino no lo escribo estaré cediendo a los criterios de una cultura que no es la mía, solo por el temor a ser criticado, o no calzar en el estereotipo determinado.
El día que me atreví a escribir, lo hice invadido
por un sentimiento de impotencia, quería gritar lo injustos que pueden llegar a
ser los jefes, no estaba en mis manos cambiar el escenario en mi organización y
cada vez que me sentaba a conversar con alguien, escuchaba el descontento y en
muchas personas el odio que emitían.
El mal ambiente era fácil de percibir, los únicos
que querían tapar el sol con un dedo eran los jefes, pero veía como cada
persona buscaba el espacio para crecer, abrir un negocio que les permita
obtener su independencia y liberarse del yugo. Estaba identificado con esa
cultura, pero no iba a exagerar, como algunos lo hicieron, porque varias
personas empezaron a estudiar derecho y cuando obtuvieron su credencial de
abogado, abrieron su propio consultorio jurídico y buscaban las oportunidades
para demandar a esa organización de la que siempre quisieron salir.
Desde luego que también existe una cultura que
son parte de la conformidad social, a los que les dicen negro y será negro,
ellos aprendieron a adaptar su comportamiento y se ven en la cima de la
organización, ellos cuidan cada palabra y acción, pero también tienen
subculturas que por escenarios propios de la viva, desde niños ya sabían
ejercer un liderazgo autócrata; por lo que, el puesto de jefe en la
organización les vino como anillo al dedo, a ellos lo único que les preocupa es
que un día tendrán que jubilarse y se acabará el poder. Ellos están felices
porque tiene los recursos a su disposición y son expertos en delegar.
Otro grupo no es de aquí ni de allá, viven detrás
del telón, pero cuando la obra está por terminar y vienen los aplausos, ellos
saltan al escenario, con una trayectoria intachable porque nunca la pusieron a
prueba, pero ya están ahí y tendrán todos los honores, que quienes se
ensuciaron las manos no la tuvieron, porque fueron criticados por
intentarlo.
Pero con todas estas culturas, aprendí a
sobrevivir y es nuestra responsabilidad social, no huir y mientras más poder
se pueda obtener, no olvidarnos de los que están abajo con el desánimo que un
día nos estaba obligando a dejar la organización. Debemos ser los mentores del
entusiasmo, siempre existe algo positivo en donde fijar la mirada, es como
cuando de niños queríamos mantener el equilibrio con un solo pie y no lo
podíamos, pero alguien nos dijo que si ponías la mirada en un punto fijo,
alcanzarías el equilibrio. Eso no lo sabías y preferías no intentarlo, pero
quien lo intento cientos de veces, descubrió que con hacer eso todo sería
fácil.
No dejes que cada quien aprenda solo, si adoptas
una actitud egoísta, no has cambiado nada, no has descubierto que la felicidad
se consigue de la suma de cada alegría que vivimos y para ello tu entorno debe
confabular a tu favor y podrían aprender tanto de tí, al punto de ser un
conjunto de engranajes que mutuamente se producen bienestar. Tu trabajo será
más fácil, porque el entusiasmo y el bienestar, despertaran la productividad y
la innovación. Tus indicadores serán los mejores, y con esfuerzo, sin factores
externos llegarás lejos.
El mundo está lleno de grupos tóxicos, aléjate
de ellos y rodéate de personas que comparten tu entusiasmo, de lo que hacen más
de lo normal, aprende de los que correctamente alcanzaron el éxito y si no
consigues respuestas positivas, no te rindas, insiste y si no se dan los resultados,
vuelve insistir, en la perseverancia se alcanza las mejores satisfacciones de
la vida.
Con el afán de crecer, cada día abría mi blog,
para ver cuántas personas la visitaban y cuando tuve dos visualizaciones me
sentí feliz, alguien me regalo un espacio de su tiempo para leer, y cuando
llegue a 100 no se imaginan la gran satisfacción y así cada pasito ha marcado la
motivación positiva de continuar, de no darme por vencido, y compartir lo que
tanto nos apasiona, la gestión del talento humano.
Ahora puedo comentar como un orgullo personal,
que mi tiempo no ha sido en vano, muchas personas me dan ánimo y he obtenido
seguidores que me demuestran fidelidad, se que ellos están en ese espacio donde
un día estuve, pensando que no podía ser nada más que un simple ejecutor, me
estaban convenciendo que no tenía derecho a razonar y que mis opiniones no eran
válidas.
Sea cual sea tus sueños o tus aspiraciones;
atrévete, solo el primer paso es el difícil y es tomar la decisión.