lunes, 22 de enero de 2018

Jornada laboral o esclavitud

Recordaba un poco de historia que a todos alguna vez nos comentaron o fue un tema de estudio, cuando nos narraban como un 1 de mayo de 1886, un grupo de sindicalistas ofrendaron sus vidas por exigir la reducción de la jornada de trabajo de 12 o 16 horas a 8 horas, dejando con su sacrificio el legado que se lo recuerda como el "Día del Trabajador".

Comúnmente la sociedad tiende a mejorar y minimizar los procedimientos. ¿Pero qué podrían pensar nuestros antecesores?; como es posible un sacrificio en vano, si actualmente las jornadas de trabajo solo están escritas y nadie las respeta; sufrimos la incoherencia de las políticas de ciertos directivos.

Las empresas; sea públicas o privadas exigen a sus colaboradores trabajar en horario extendido que en muchos casos duplican la jornada de 8 horas, y no son reconocidas en la remuneración; pero si existe la política interna de segregación o separación de la institución a quienes exigen el respeto a la jornada; y tiene una atención mínima por parte del nivel directivo y lo consideran un acto de deslealtad o de falta de compromiso, sin detenernos a pensar que toda persona se debe a un hogar el mismo que es su motivación.

Se argumenta que los colaboradores no se ponen la camiseta, que no existe el empoderamiento que toda organización necesita de su personal, pero este concepto es del nivel directivo, cuando se identifica a los colaboradores que estan dispuestos a entregar un valor agregado, pero también requieren la coherencia, en el que la organización también se comprometa a entregar algo adicional a su personal y que no sea de una sola vía.

Las empresas se han convertido en protagonistas de romper el vinculo familiar y luego nos quejamos de los niveles de ausentismo, de los bajos niveles de producción; cuando nunca incluimos en nuestras políticas el respeto y el interés hace nuestros colaboradores, y mas bien impulsamos normas y políticas sancionadoras y de reducción de beneficios, con el mal concepto de presionar al personal, esperando que el miedo motive al rendimiento, eliminando el sentido de pertenencia que debemos buscar de nuestros colaboradores.

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