No había puesto atención al silencio de la noche,
pero siendo las 03h00 am, la fiebre no me permite dormir, el malestar del
cuerpo es terrible; no amanece y tampoco cuento con muchas opciones para
descansar, porque tengo un bebé de 10 meses que depende de sus padres. Han
pasado 4 días desde que se presentaron los síntomas y vamos aprendiendo un poco
de medicina, contemporánea y tradicional, con cada síntoma ya sabemos que tomar
para apalear el dolor.
Todos los días, recibo un mensaje con una
introducción protocolaría, "¿Hola cómo estás?", que muy seguro no
sienten la preocupación de conocer mi estado de salud, pero seguido están las
preguntas que en verdad le interesa a tu jefe y tus compañeros de trabajo; es
decir, que cumplas tus responsabilidades como empleado. Te dicen se que debes
estar mal, "pero no te quito más que cinco minutos en una reunión, ¿puedes
conectarte?".
Por fin puedes medir varios aspectos del trabajo,
está enfermedad nos vino a enseñar muchas cosas; para empezar, mi nivel de
liderazgo era por no decirlo nulo, porque nadie se había comprometido con mis
intenciones de trabajo, pensaba que todo podría llevar un rumbo coordinado y
continuo, pero me engañe todos los días, ahora mientras estoy en descanso
médico, mis colaboradores frenaron todo, nadie hace nada, porque no estoy para
dar las ordenes de que hacer, nadie se siente autónomo y si algo falta o esta
mal hecho, fácilmente me culpan a mí, aprovechando que no puedo estar ahí para
defenderme.
Mi jefe todos los días me envía actividades para
la ejecución en una plataforma informática de delegación, así que, debo reponerme
continuamente, para verificar el sistema y no cometer el error de no cumplir con
los plazos, porque eso desataría una escena que no quiero experimentar.
Cada vez estoy más convencido de que nuestra
organización no tiene coherencia, nadie se preocupa por nadie, todos ven por si
mismo, y es el reflejo de una sociedad egoísta, que no evolucionó con esta
pandemia, solo saco a flote su peor versión. Intente aplicar todo lo que me
explicaban los libros de teoría, pero existen personas que no quieren ser
valoradas, ellos solo están ahí por una remuneración, nadie da más, y ahora que
tuve que ausentarme, durante la primera semana fui imprescindible para todos,
hasta que se pusieron al día con los pendientes y ahora ya soy reemplazable.
Todos los días destinaba extensas jornadas de
trabajo, y siempre veía como mi jefe y todo el personal de la organización,
finalizaba la jornada y cuando salía ya era muy tarde y tenía que dejar
apagando y cerrando todo. Nadie lo valoró, solo yo estaba preocupado de
que todo salga bien y a tiempo, pero una enfermedad me hizo entender que
también fui solo un número, en una organización que camina sin rumbo.
¿Cómo reinventamos a la organización?, todos se
acostumbraron a jefes sin integridad y falta de coherencia, no tenemos líderes
y prefieren esperar lo peor de todos; y, cuando alguien intenta hacer algo
diferente, es criticado porque sienten que existe un trasfondo que perjudicará
a todos. Los más viejos se encargaron de contagiar el malestar, y cuando se
quiere aplicar nuevas herramientas, indicadores de gestión, entre otros, siempre encontramos todos los justificativos
para que no se aplique.
Muchos colaboradores prefieren estar lo más lejos
posible de la organización y específicamente de los jefes, por eso aprovecharon
esta pandemia, para sentir un respiro argumentando un cerco epidemiológico que
les permita estar aislados o en cuarentena. Algunos se van felices con los síntomas
del COVID a descansar en casa y tomar un respiro. Se que todavía no tienen idea
de lo difícil de la enfermedad y la lotería que significa la recuperación. Pero
todo esto nos enseña como la organización esta en una total decadencia, los
directivos no lo quieren ver, piensan que solo vemos lo malo, pero si tuviéramos
algo bueno, todo compensaría y el bienestar se reflejaría en compromiso y
trabajo.
Que impotencia ver como todas mis acciones no
dieron resultado, pero es de cobardes darse por vencido, y para ser un experto
se debe intentar e intentar, de cada fracaso se puede obtener grandes
lecciones, hasta volvernos expertos, así que como administrador de personas,
este es un resultado que debe estar dentro de lo planificado. Hay mucho por
aprender y si tenemos que empezar de nuevo pues es el momento y no vamos a
contar las veces que caemos sino la fuerza con que nos levantamos, falta mucho
para la meta y podemos retomar el ritmo, no se dé por vencido jamás, porque
otros siguen sus pasos. Piense en lo importante que es generar cambios en la organización,
porque esta historia no debemos permitir que se repita con otra persona, cree
un ambiente de camaradería y compromiso, insista con las estrategias, los
cambios no son de la noche a la mañana, es un trabajo constante y que demanda
tiempo.
Es el momento de reinventarnos como personas, esta pandemia nos ha puesto en evidencia, lo frágiles que podemos ser ante la vida, así que no podemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, y es necesario replantear nuestras estrategias, fortalecer valores, ser proactivos, liderar, gestionar el cambio positivo, porque si los resultados no fueron los mejores, seguramente no era el camino correcto el que habíamos trazado; así que, vamos con fuerza y decisión, hay mucho por hacer, pero ante todo cuidando nuestra salud.
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